Con más de catorce canciones, Kendrick Lamar hace girar su infancia de la Sección 8, el estado actual de la realeza del rap y las subsiguientes contradicciones que plagan a su personalidad en una gran y compleja narrativa. La afirmación es que su entorno lo convirtió en lo que es, y si ese yo no tiene remedio entonces, como Estados Unidos bajo Trump, que también figura en su narrativa, es un problema de todos con el que lidiar.
Pero es el lirismo de Lamar lo que mantiene a la corte. Al igual que su ídolo 2Pac, explora el microcosmos de sus luchas personales a través del macrocosmos de los males de la sociedad. En ninguna parte esto es más poderoso que cuando une conceptos opuestos: la canción PRIDE. es seguido por HUMBLE. LUST. es seguido por LOVE. y, quizás lo más revelador, GOD. es seguido por DUCKWORTH. (El apellido de Lamar). En algún lugar de la tensión constante entre los tres pares radica su reconciliación.
Innumerables raperos afirman haber trascendido en la escena. Kendrick Lamar realmente lo hace. Está el sentido de sus ambiciones en DAMN. son aún más grandes, alcanzando algo más universal, fatal e incluso espiritual a su alcance para encontrar el vínculo que une todas las contradicciones. En FEAR, Lamar dice: “Lo que sucede en la tierra se queda en la tierra / No puedo llevar estos sentimientos conmigo / Así que con suerte se dispersan”.
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