Reseña Seven (SE7EN)

El título no se refiere a samuráis ni a enanos. Seven significa los siete pecados capitales.

Esos, puede recordar, son la gula, la codicia, la pereza, el orgullo, la lujuria, la envidia y la ira. En Hollywood, el pecado 8 es un truco, una falla de la cual la película en cuestión ciertamente es culpable.

Lo curioso de Seven, sin embargo, es que a excepción de su trama fácil, familiar y ridículamente engañosa, es un bonito misterio de asesinatos.

Morgan Freeman y Brad Pitt  hacen de policías de la gran ciudad en un caso que concierne a un asesino en serie que intenta castigar a siete personas, cada una de las cuales representa uno de los pecados.

Esta es una idea absolutamente divertida, por supuesto. Y debido a que no existe un motivo real para los asesinatos, el caso no se presta al tipo de técnicas de investigación que a menudo resultan en intrigantes historias de detectives.

Sin embargo, lo que la película sí tiene es una atmósfera fenomenal de film noir y algunas actuaciones de primer nivel. Freeman y Pitt pueden estar interpretando dos de los clichés más chillones de la novela de suspense, el veterano que se retira y el recién llegado, pero dan nueva vida a sus papeles.

Freeman, especialmente, establece el tono.

Como Somerset, un veterano de 34 años, el porte profesional ligeramente rígido del actor tiene una gran autoridad, mientras que sus ojos pesados ​​hablan de profunda tristeza. Sentimos que sabe más de lo que dice, más de lo que Pitt, como el reemplazo recién llegado de Somerset, puede adivinar.

Lo que salva la actuación de Pitt como Mills del cliché infernal es su total ausencia de calidez.

Mills puede ser joven y nuevo en la tarea, pero es un policía sabio. Él simplemente no sabe qué tan mal pueden llegar las cosas en este ritmo en particular.

El buen trabajo también lo hace Gwyneth Paltrow (la novia de Pitt en la vida real, por cierto) como la esposa de Mills y por Kevin Spacey (The Usual Suspects), quien presenta otra de sus actuaciones discretamente subestimadas.

El guión se atribuye a Andrew Whaker Walker, un novato que alguna vez trabajó como gerente en una gran tienda de discos. (Desde que Quentin Tarantino de Pulp Fiction reveló que solía trabajar en una tienda de videos, este tipo de información se ha infiltrado en las biografías oficiales de más y más gente de cine).

Es una película bastante espeluznante, con mucha sangre y cadáveres, etc. Sin embargo, Fincher tiene el tacto para minimizar la violencia que creó la sangre derramada.

El estado de ánimo oscuro que establecen él y su elenco es en realidad de admirar: un tributo solemne a Somerset y todos esos años de incrédulos detectives. Te hace desear que el guión fuera mejor de lo que es.

El pecado de los artilugios puede no ser uno de los más grandes, pero sí pasa factura.

Trailer:

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