En Una idea, pero es triste, su celebrado EP de debut, La Paloma explicaba algo muy serio, pero lo explicaba una vez. Cinco canciones que conectaron al instante con un público ávido de nuevos referentes. En Todavía no hay más profundidad; aquí prácticamente cada corte enseña una manera distinta de ser La Paloma. “Tiré una piedra al aire” dista mucho de “Algo ha cambiado”, pero ambas son inequívocamente La Paloma. Seguramente, este hecho sea algo que se explique por el bagaje adquirido en este tiempo, pero habla —y muy bien— de la ambición artística de un conjunto al que ahora mismo no se le intuye techo.
No estamos, por tanto, ante una mera prolongación de su EP de 2021, aunque musicalmente lo retoman donde lo dejaron. Todavía no es una obra accesible y contagiosa, cualidades que comparte con Una idea, pero es triste. Se trata de un trabajo que transmite disconformidad y liberación, ambición y hastío. En gran parte, se debe a la capacidad acreditada de sus compositores —Nico Yubero y Lucas Sierra— para observar el mundo con las dosis justas de escepticismo y desencanto, evitando la gesticulación atormentada.
La gira de presentación que siguió a la publicación del EP fue extensa y llevó a La Paloma a defender sus canciones a lo largo y ancho de la geografía española, así como a visitar Portugal, México y Estados Unidos. Ese estado de gracia se trasladó al estudio, donde se trató de reflejar el sonido y la propuesta del directo. Con una producción elegante se logró el cometido de preservar el colmillo afilado mostrado en las salas de conciertos, asegurando, a su vez, que los elementos, arreglos y la propuesta de cada instrumento se escuchara de forma cristalina.
Ya desde el mismo arranque, advertimos en la secuencia muchas de las virtudes que hacen de La Paloma uno de los grupos más aventajados del panorama actual: guitarras que brotan a borbotones, la solidez de su sección rítmica —Rubén Almonacid al bajo y Juan Rojo a la batería— y el colorido que aportan las voces de Nico y Lucas, que se reparten las tareas vocales en pistas alternas. Pero hay más: temas que destrozan el canon más genérico del noise para llevarlo a lugares poco explorados, juegos de guitarras y una catarata de arreglos imaginativos. Combina estructuras de canción popular con estructuras imprevisibles que te impiden aventurar qué giro está por llegar, convirtiendo la escucha en una experiencia estimulante y adictiva.
Todavía no es un álbum muy bien cohesionado, hecho destacable considerando los dos inputs creativos de los que se nutre la banda y la ambición artística con la que afrontaron la construcción de esta obra. Porque estamos hablando de una obra completa, concebida como tal. Suenan los primeros acordes de “Sigo aquí” y toda la desorganización de la realidad… sigue desorganizada, pero ahora cobra sentido.