La Búsqueda nace en Mallorca en invierno de 1985, creada por Francisco Albéniz, Javier Suárez y Luis Escorcia. Pronto son conscientes de que el rock necesita de la aportación de otras raíces que no sean las exclusivamente anglosajonas y comienzan a perfilar lo que será la base de su particular visión musical.
Sus fuentes de inspiración, eminentemente hispanas, se mezclan con las de otros países, con guiños al Magreb, a canciones populares rusas,
la música western-influencia de la infancia de Fco Albéniz, el espíritu mariachi, la música negra, la hindú, etc. Si bien es cierto que sus tres fundadores deciden matar simbólicamente a sus ídolos, los Stones, siguen abrazando la amplia visión de miras de Brian Jones y su singular imaginario de unir Occidente y Oriente como si de un eterno juego de seducción musical se tratara.
Allá por el año 1988, el malogrado Jorge Reyes, músico y compositor mexicano de raices pre-hispanas, publicó en su sello Lejos del paraíso el debut homónimo del grupo mallorquín La Búsqueda. El éxito del lanzamiento encuentra un público nuevo gracias a su publicación en España con DRO y en Francia con Polygram-Nord-Sud.
Es posible que en esas canciones, Jorge se enamorase de lo que un buen día comentó el periodista español Luis Llés (Rock de Lux/Radio Huesca): «La música de La Búsqueda bebe de fuentes tan heterodoxas (Love, Stones, Falla, los westerns, el Mediterráneo, la música mariachi,etc) que tan solo podemos describir su estilo como simplemente MÚSICA y en mayúsculas».
El resultado es una música íntima y sentimentalmente unida a México. Tanto es así que antes de cada concierto los músicos levantan sus vasos y brindan ritualmente con tequila para hermanarse, alegrar los corazones y aplacar esos nervios traicioneros previos a subirse al escenario. Reivindican en sus letras esas sabidurías populares del saber vivir y morir que nos transmite la tradición mexicana así como la poesía de Lorca y que parecen haber sido olvidadas en la vieja Europa.
Ahora en 2024, La Búsqueda publicará su próximo disco «Luz, arena y llanto». Es este sin duda un ejercicio de divertimento en el que los músicos han creado su particular «Sgt. Pepper», al modo hispano y bordando un disco sin apenas silencios, a su vez adornado de experimentales interludios que unen canciones que rememoran la épica, bandas sonoras y mucho cariño. Todo ello un viaje que reivindica la belleza y representa una pequeña contrarrevolución dentro del enloquecido panorama musical presente.