Reseña de El Diablo a Todas Horas -¡Spoiler Alert!

Basada en la novela de Donald Ray Pollock, ”El Diablo a Todas Horas”, dirigida por Antonio Campos, se estrenó en Netflix, el pasado 16 de septiembre.

Este título podría considerarse como uno de los más esperados y prometedores de este año en la plataforma pues no es un secreto que la película cuenta con un gran reparto, en el que figuran nombres como el próximo Batman, Robert Pattinson, el consentido de muchos, Tom Holland, el talentoso actor rumano Sebastian Stan y el rostro detrás del payaso “ItBill Skarsgård, así como Mia Wasikowska, Eliza Scanlen , Jason Clarke, entre otros.

El filme nos muestra la unión de varias historias ambientadas a mediados del siglo XX, en un pequeño pueblo en el sur de Estados Unidos, en donde aquello que los conecta en su mayoría es la religión.

A mi parecer, la película recalca las creencias personales (no solo hablando de religión) y como a pesar de ello dentro de nosotros existe siempre ese lado oscuro, eso queda reflejado perfectamente en el personaje interpretado por Bill Skarsgard, Willard, que, a pesar de tener el hábito de comunicarse con Dios por medio de la oración, eso no resulta suficiente pues su tristeza lo lleva a quitarse la vida después del fallecimiento de su esposa Charlotte a consecuencia del cáncer que padecía.

Es ahí donde entra Arvin, hijo de la pareja, quien es interpretado por Tom Holland, que sin duda hace un trabajo excelente pues acostumbrados a verlo en su papel del dulce Peter Parker, ejecuta de manera espectacular al chico golpeado por la tragedia y la muerte desde que era muy pequeño, logrando que olvides su personaje arácnido, demostrando su crecimiento actoral y su gran talento.

Su personaje a diferencia del de Bill, no cree en Dios o al menos muestra cierto rechazo pues después de que su padre asesinara a su perro Jack como ofrenda para Jesús a cambio de salvar a su madre, él simplemente parece no estar interesado en acercarse a la religión pues parece no estar de acuerdo con todo lo que implica ser creyente.

Sin embargo, Arvin demuestra una fuerte creencia en “Hay muchos inútiles desgraciados”, palabras dichas por su padre tras proporcionar una golpiza a un par de hombres que cruzan los límites insinuando abusar de su esposa mientras él y su hijo oraban en la cruz que Willard había construido en el exterior.

En mi opinión a partir de este hecho que marca en Arvin un antes y un después es como se conectan todas las historias, pues el chico debe pelear contra la oscuridad para proteger a su familia encontrándose en el camino con toda clase de personas, que bajo sus propias ideas cometen actos atroces de todo tipo.

La película es buena, más que nada por el gran elenco y las grandes actuaciones como la de Robert Pattinson, que aun que cae un poco en el cliché del predicador loco y exagerado, ejecuta con perfección esa parte carnal y enferma del Pastor Teagardin, personaje al que interpreta.

Además de las grandes actuaciones, otra cosa a recalcar de este filme, es su narrativa, pues Antonio Campos nos regala en cada escena (y de manera muy cuidada) ese morbo tan atractivo para el espectador que sin duda capta la atención de quien se adentra en esta historia.

La fotografía por parte de Lol Crowley, es otras de las cosas que debemos aplaudir, pues esa tonalidad sepia, retrata de manera perfecta la ambientación de aquellos años en la que se desarrolla la historia.

A pesar de todos estos logros, la película también tiene su lado negativo.

Un ejemplo de ello está en la pareja conformada por Jason Clarke y Riley Keough, quienes interpretan a Carl y Sandy, estos personajes pudieron ser explotados mucho más, pues a mí consideración la historia alrededor de este par se siente apresurada, además de que se profundiza muy poco en la razón del porque cometen los crímenes que comenten.

Para el momento en que estos se encuentran con Arvin, a pesar de intentar que esto se diera de una manera muy sutil, se siente forzado y así sucede con muchas de las historias que se enlazan en este drama tan oscuro, quedan inconclusas.

En conclusión, hay un buen trabajo detrás de “El Diablo a Todas Horas”, en especial por parte de los actores que tuvieron la oportunidad de demostrar su gran talento y dejar de quedar encasillados en los papeles por los que se les conoce.